sábado, 21 de marzo de 2015

El Vacío

"No intentes detenerme, lo haré."

Dos presencias, una humana y la otra alguna vez lo quiso ser.
El, se encontraba sentado, al borde de su cama. Sujetaba una Magnum .357 entre sus manos, éstas temblaban y pensaban por si solas, acariciando el arma... Nerviosas.
La presencia lo observaba, carecía de ojos y era solo una sombra a su lado, sentada, esperando.

-¿Qué haces aquí? Aún estoy pensando.

-No te preocupes por mi, solo soy un observador... Tu público si así lo prefieres.

El silencio fue eterno, los segundos parecieron años y el se había percatado de ello. La presencia soltó una carcajada.

-Disculpa si te interrumpo, pero me parece gracioso lo que estás haciendo, siempre me ha parecido gracioso cuando las personas hacen esto."

-¿A qué te refieres?

-Decidir.

Todo estaba tranquilo, la noche era especialmente brillante, la luna llena entraba por la ventana al costado de la cama y alumbraba el arma, la hacía lucir llena de vida y bastante hermosa. Vaya ironía.
El la tomó y la puso sobre su sien.

-¿Por qué lo haces?

La presencia sonaba interesada en el, un interés que no había escuchado en mucho tiempo, por lo menos no por el... Casi pensó que se preocupaba.

-Ella me traicionó, ella...

-Calla, no tienes que contarlo.

El interés se fue, pero la empatía persistió.

-Conozco la traición, sin importar como haya sido, la traición sigue siendo eso.

La presencia se levantó, sin ningún esfuerzo, caminó hacia la ventana y pareciera que estaba viendo la luna, aquella luna tan hermosa y radiante. Y habló.

-No intentes detenerme, lo haré.

Amartilló el arma y comenzó a llorar. Sus manos dejaron de temblar hace ya mucho tiempo... Se habían dado por vencidas y aceptaban el destino de su dueño.

-No lo haré, vengo a llevarte conmigo.

La voz sonaba mucho más seria que antes, casi omnipotente.

-¿Me llevarás al infierno si hago esto?

La presencia volteó a verlo, y puso su rostro oscuro en tal ángulo que pareciese que lo observaba directo a los ojos. El no reaccionó, solo mantuvo la mirada fija en aquella oscuridad.

-Es mucho más complicado que eso.

Lo hizo sonar como si estuviera hablando con un niño pequeño, como si le estuviera explicando la razón por la que el cielo es azul.

-No existe tal cosa como el cielo o el infierno, solo el vacío y la perdición.

El intentó guardar la compostura, pero no lo logró, bajó el arma y la descansó en su regazo.

-¿Y qué hay de Dios?

Su voz sonó triste, arrepentida y solitaria... Parecía que hablaba solo.

-Yo soy lo más cercano a eso que llaman Dios.

La omnipotencia en su voz se hacía cada vez más clara, volteó nuevamente a la ventana.

-Cuando una persona muere, sin importar lo que haya hecho en su vida, termina en el vacío. Cada persona tiene su propio vacío, así que pasan la eternidad en soledad. Esperando.

Esto último lo dijo con un tono muy cercano a la tristeza.

-¿Esperando a qué?

El tenía la esperanza de que le contestara algo que le diera un poco de alivio, pero estaba muy equivocado.

-Eso ni si quiera yo lo sé. Pero como dije, también está la perdición.

Levantó su mano, con un dedo apuntando hacia arriba, como si una idea acabara de pasar por su cabeza o como si acabara de acordarse de algo.

-Cuando una persona decide morir, puede no darse cuenta de su decisión y pasa una buena porción de la eternidad reviviendo, si así quieres llamarlo, el momento en el que decidió terminar con su vida.

La piel de quien sujetaba el arma se puso helada, su boca se secó y sintió vértigo y ya no sabía si estaba sentado, parado o si incluso seguía en la habitación. Se armó de coraje para hablar.

-Y al final... ¿Qué sucede con ellos?

La presencia se volvió a sentar al lado de el, se recargo sobre la cama con sus brazos hacia atrás y miró el techo.

-Los busco. La eternidad es muy grande, no solo es tiempo, también es espacio y me toma mucho encontrarlos en el momento preciso de su muerte.

El arma cayó al piso.

-Hace mucho que tomaste la decisión. Vamos.

Le tendió su mano y el la tomó, estaba fría y no se sentía como nada que haya tocado antes. La presencia lo sujetó, apretó su mano y la oscuridad se apoderó de todo... El Vacío.


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